Palacio Real de Palermo
Detalles
Este edificio monumental se encuentra en la ruta Palermo árabe-normando y las catedrales de Cefalú y Monreale, unas maravillas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Es probable que tanto los fenicios como los romanos hubieran realizado construcciones en la colina donde hoy se encuentra el palacio, una ciudadela fortificada desde la que se puede contemplar toda la ciudad. De estas primeras construcciones no ha quedado nada. Los árabes, después de haber construido un castillo, lo abandonaron, ya que el emir prefirió trasladarse con todos sus funcionarios y tropas al barrio marítimo de Al-Halisah.
La restauración y transformación del edificio en un suntuoso palacio es obra de los normandos. El corazón del mismo consistía en un aula regia muy espaciosa, también conocida como la «sala verde», donde el rey celebraba asambleas y banquetes. Las instalaciones, aseos y dependencias del personal se ubicaban en distintas alas que estaban comunicadas mediante terrazas, logias y jardines repletos de vegetación y estanques de agua, lo que revelaba el gusto árabe de los soberanos que, como en tantas otras partes, recurrieron a arquitectos musulmanes. Desde el punto de vista estilístico, el edificio representa una de las culminaciones del arte palaciego fatimita de Occidente, tanto por las cualidades arquitectónicas como por la decoración que los artistas utilizaron en las distintas estancias. A partir de 1250, tras la muerte de Federico II, comenzó la decadencia del palacio, que se prolongó durante unos tres siglos hasta que los virreyes españoles lo eligieron como residencia. Sin embargo, aunque, por un lado, salvaron el edificio del completo abandono, por otro, lo modificaron a su gusto. Por este motivo, son muy pocos los espacios originales normandos que han conservado su aspecto original. Entre ellos, se esconden dos auténticas joyas: la Sala de Ruggero (Rogelio) y la Capilla Palatina.
La Sala de Ruggero era originalmente un dormitorio. Se trata de un espacio con unas preciosas vistas al golfo de Palermo. Las paredes están elegantemente decoradas con mosaicos que representan escenas de caza animadas por figuras y plantas estilizadas. Es un raro testimonio del arte mosaico de la época, que tenía sus raíces en el este de Persia y el norte de África.