Militello in Val di Catania

Detalles

«Sicilia es el país de las naranjas, cuyo aire en primavera es todo un perfume, pero lo que la convierte en una tierra única en el mundo es el hecho de que, de un extremo a otro, se puede definir como un extraño y divino museo de arquitectura».

Esta cita de Guy de Maupassant parece encajar perfectamente con Militello in Val di Noto. La bella ciudad, que conservó este nombre hasta principios de la unificación de Italia, luego sustituido por Militello in Val di Catania, te dejará boquiabierto por el encanto de su magnífico recorrido monumental. Por algo es una de las ciudades barrocas del valle del Noto declaradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Un paseo en una mañana soleada nos transporta inmediatamente a una dimensión de arte y belleza, por las cúpulas y campanarios elevados, por las fachadas de las numerosas iglesias y palacios, testigos mudos de un pasado ilustre, más de corte europea que como feudo del interior siciliano. Todo se vuelve más comprensible si examinamos su historia, a partir del nombre, que para algunos tiene su origen en Militum tellus (tierra de los soldados), en referencia a algunos soldados romanos que en estas tierras encontraron refugio de la malaria del lago de Lentini.

Pero el periodi histórico más interesante desde el punto de vista histórico-artístico es sin duda el que va del siglo XV al XVIII, durante el cual la ciudad, ya feudo de la poderosa familia de los Barresi, se convierte en posesión de los príncipes Branciforte. Fue sobre todo Francesco Branciforte, con quien se había casado la nieta del emperador Carlos I de España, doña Juana de Austria, quien la hizo crecer en esplendor y potencia.

Un recorrido monumental de decenas de palacios y más de veinte iglesias, en buena parte reconstruidas después del terremoto de 1693, que esconden en su interior inesperados tesoros, partiendo de la iglesia y antigua abadía de San Benedetto, el tercer monasterio benedictino más importante de Sicilia en cuanto a extensión, que conserva magníficos muebles y suntuosos altares de mármol policromado. Continuando a lo largo de corso Umberto, nuestro camino se encuentra con la iglesia madre de San Nicolò – SS. Salvatore, una joya de la arquitectura barroca. La fachada, el campanario y la cúpula, una de las primeras de hormigón armado en Sicilia, la hacen imponente y majestuosa. En su interior conserva pinturas y estucos de la escuela serpottiana y otras valiosas obras, incluyendo una estatua del palermitano Bagnasco. Ubicado en las inmensas criptas subyacentes, descubrimos el precioso museo de arte sacro.

Un poco más allá, en la plaza, se encuentra el Oratorio de la Madonna della Catena, una iglesia muy elegante, con la particularidad de ser solo para mujeres: de hecho, la adornan 13 estatuas de estuco y oro dedicadas a las santas vírgenes más veneradas de Sicilia.

Siguiendo por corso Umberto, nos encontramos con la iglesia del SS. Sacramento al Circulo y, frente a ella, la iglesia de San Domenico dei Frati Predicatori, utilizada como auditorio, y el antiguo convento, donde se encuentran el archivo, la biblioteca y el museo cívico.

En la parte inferior dela calle, en la gran plaza encontramos el Santuario de Madonna della Stella, reconstruido ex novo sobre las ruinas de la antigua iglesia de Santa Maria della Stella. Algunas obras de gran importancia fueron trasladadas de la iglesia original a la nueva, como la Natividad de cerámica vidriada, encargada al florentino Andrea della Robbia y el sarcófago de Blasco II Barresi de estilo gótico internacional. El bajorrelieve de Nicolò Speciale de Francesco Laurana y el tríptico atribuido a Antonello da Messina se conservan en elMuseo del Tesoro dentro del mismo edificio religioso.

La lista de iglesias y palacios es larga y fascinante. Cada edificio tiene una particularidad que lo hace único y diferente respecto a los otros, como la iglesia dedicada a los Santos Ángeles Custodios, decorada por un bonito pavimento de mayólica del siglo XVIII, o la cofradía de las Almas Santas del Purgatorio, dedicada a los Santos Gregorio y Vito, con unos altares espectaculares y unas magníficas vistas que se extienden sobre el paisaje del exterior.

Por supuesto, no termina aquí, en cada esquina, una curiosidad, como la Fontana della ninfa Zizza (fuente de la ninfa Zizza), de 1607, en el interior del patio del castillo Barresi – Branciforte del siglo XIV, del que aún quedan dos torres cilíndricas, los huecos de los trappeti (molinos de aceite) y el bastión sur, justo al final de la pintoresca via Porta della Terra. Esta también está llena de sorpresas y repleta de magníficos palacios, como el de los príncipes de Bellaprima y el de los Majorana della Nicchiara, antepasados del famoso científico, por citar algunos.

Cuando se habla de castillos, la imaginación se dispara, en ellos se sucedieron asesinatos atroces y luchas sangrientas por el poder, y la morada de los Barresi Branciforte no es menos: aquí se consumó en 1473 la tragedia de doña Aldonza Santapau, a quien mandaron que los siervos la estrangularan acusada injustamente de adulterio, y de su presunto amante, Piero Caruso, apodado Bellopede, que fue lanzado desde la torre del castillo. Historias de envenenamientos, parricidios y muertes sospechosas, como la de don Francesco Branciforte, sepultado en la iglesia y antigua abadía de San Benedetto.

Pero el monumento más singular es la antigua iglesia de Santa Maria la Vetere, fundada por los normandos en 1090 y luego dañada por el terremoto de 1693. Hoy es posible contemplar la nave derecha y un extraordinario portal de entrada, coronado por una luneta esculpida, probablemente por Antonello Gagini, de estilo gótico tardío y por un dosel con columnas que descansan sobre el lomo de unos leones. El edificio, situado en un valle de gran interés, tanto desde el punto de vista paisajístico como arqueológico, presenta a su alrededor varias criptas con cruces templarias, que atestiguan su función de parada para los peregrinos que se dirigían a Tierra Santa desde el norte.

La centenaria competición entre las dos fiestas principales, la de la Virgen de la Estrella, el 8 de septiembre, y la del santísimo Salvador, el 18 de agosto, pero también la espectacular representación de la Semana Santa y las numerosas fiestas menores, testimonian cómo los habitantes de Militello están vinculados a sus tradiciones religiosas y folclóricas, expresando en estas ocasiones fuertes valores sentimentales, en un clima siempre agradable.

Para completar nuestro viaje a Militello in Val di Catania, no nos podemos olvidar de degustar las especialidades locales y, por qué no, de hacer algunas compras para llevar a casa: las Cassatelle della zia monaca, unas cestas de masa quebrada rellenas de almendra, mermelada, licor, canela y clavo, la mostarda de higos chumbos, tanto secos como frescos, celebrada en todas sus formas en la famosa Sagra della Mostarda y del Ficodindia (fiesta de la mostarda y los higos chumbos), y también los fasciatelli, la pipirata, los muscardini, los cannoli de ricota, las scacciate saladas rellenas de verduras silvestres y las naranjas rojas de Sicilia. Aquí la granita, una mezcla de granizado y sorbete, con sabor a almendra o limón todavía se hace como en el pasado.

Es imposible describirlas, estas delicias puramente locales merecen un bocado, al igual que necesitan una visita la ciudad y el campo soleado que la rodea, guardián de rincones del paraíso como las cascadas de Oxena, el río que atraviesa el territorio. Todo esto merece que lo disfrutes sin prisa, tomándote tu tiempo y saboreándolo, al igual que todos los lugares de Sicilia preciosos que se alejan de las rutas turísticas tradicionales y más famosas.

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LOCALIZACIÓN

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