Castelvetrano

Nada más cruzar la entrada, comprendemos el sentido de su apodo: la Capilla Sixtina de Sicilia, pues en su interior alberga abundantes y armoniosas decoraciones y espléndidos estucos de Antonio Ferrara.

Nuestro paseo continúa con una visita a la Iglesia Madre, que reconoceremos por su precioso rosetón del siglo XVI. En el interior, la iglesia custodia una tabla de madera que representa a la Virgen de la Misericordia, mientras que la nave central está cubierta con pinturas de efigies, escudos de armas e instrumentos musicales.

No pasa desapercibida, a pocos pasos de la iglesia, la preciosa Fontana della Ninfa (fuente de la ninfa) de estilo barroco siciliano. Con 10 metros de altura, está compuesta por cuatro filas de pilas: en la última, colocada en la parte superior, una ninfa se sienta sosteniendo un odre del que brota agua. En la ciudad oirás hablar de este monumento como «Ninfuzza di li cannola» y su importancia no es solo artística; cuando se construyó, se trataba de hecho de una obra de vanguardia tecnológica.

Tras ver la ciudad, nos desplazamos hacia el oeste hasta llegar a la Cuba bizantina de la Santísima Trinidad de Delia, una obra maestra del arte bizantino-normando.

Como todas las cubas bizantinas, esta iglesia se caracteriza por poseer tres ábsides exteriores; mientras que en el lado opuesto del edificio, se encuentran tres puertas, dos laterales y una principal: la primera estaba reservada a los hombres y las otras a las mujeres que participaban en las celebraciones.

Antes de dejar Castelvetrano, paramos a degustar el famoso pan negro, a base de harina de trigo duro, la Tumminia, uno de los granos ancestrales de Sicilia.