Castelmola
Detalle
Si de un solo vistazo puedes contemplar a la vez la costa jónica, el monumental Etna, el golfo de Giardini-Naxos, el cabo de Sant'Alessio, el estrecho de Messina y la costas de Calabria, o estás en Google Maps o te encuentras en Castelmola.
Este pequeño pueblo sobre Taormina, uno de los pueblos sicilianos más bellos de Italia, es una verdadera terraza natural edificada entorno a las ruinas de un castillo normando que, con el paso del tiempo, ha ido adquiriendo una forma cóncava y suave similar a la de una piedra de molino (mola). Es fácil deducir que el nombre es el resultado de combinar los términos «castello» y «mola».
De la fortaleza ya solo quedan las paredes normandas. En una lápida de siglo X con grabados greco-bizantinos situada en la fachada de la catedral reza: «Este castillo fue construido bajo Constantino, patricio y estratega de Sicilia».
Es probable que fuese Constantino Caramalo quien defendiese en el siglo IX el bastión, la ciudad y el territorio de los ataques árabes. La centralidad del castillo de Mola está históricamente establecida no solo en Edad Media, sino también en las guerras entre franceses y españoles. Hubo una época en la que se entraba en el pueblo a través de una puerta tallada en la roca, justo en la base de una escalinata de piedra lávica blanca. Hoy, después de trasladar la puerta hacia la parte delantera del castillo en 1927, la entrada al pueblo está marcada por un antiguo arco en la parte superior de una escalinata de piedra caliza, un testimonio medieval que había permanecido aislado y que ahora domina la piazza S. Antonino.
La plaza es un mosaico de piedra lávica blanca, bordeada por aceras arboladas y sombrías que se abren al mirador desde donde se puede contemplar Taormina. El mobiliario urbano suele estar muy bien cuidado. Los nombres de las calles, los números y los carteles suelen ser de piedra y hierro forjado. Las puertas y ventanas de las casas están rodeadas de piedra de Taormina, y las viviendas están cubiertas con tonos suaves que van desde el amarillo suave hasta el rosa antiguo. Los tejados todavía conservan las tejas «a la siciliana» y, salvo algunos discutibles edificios de los años 60 y 70, todo es como cabría esperar en un pueblo siciliano.
Frente a la plaza se encuentra la iglesia de San Antonino, de orígenes muy antiguos y ahora reconvertida en auditorio municipal. A unos pasos de la iglesia se puede admirar el espléndido portal de la Casa Sterrantino.
Asoma a la plaza el histórico Caffè S. Giorgio, fundado por unos monjes en 1700. Este bar, que funciona como taberna y posee el álbum que recoge las firmas de los personajes más ilustres que han pasado por Castelmola desde 1907, destaca por ser el creador del producto más peculiar del pueblo: el vino de almendras. Don Vincenzo Blandano, el dueño histórico del café, lo ofrecía como gesto de bienvenida a los huéspedes que llegaban al pueblo. Esta bebida elaborada con almendras y esencia de naranja es, con toda probabilidad, una invención suya.
Si nos desplazamos hacia abajo y descendemos por la calle principal del pueblo, Via De Gasperi, podemos detenernos en las pequeñas tiendas de encajes, bordados y recuerdos que se cruzan con el Bar Turrisi que exhibe con toda naturalidad falos de madera, barro y cerámica como signo de abundancia y buen augurio según la tradición helénica. En una dicotomía muy común en tierras sicilianas se pasa de lo profano a lo sagrado en Piazza Duomo, frente a la iglesia Madre (chiesa Madre). Nada más entrar por el lado de la plaza, se puede admirar el Etna y el golfo de Naxos. Al entrar en la iglesia se perciben las estratificaciones de varios períodos históricos. En muchos casos se insinúan formas más contemporáneas sobre rasgos que van del románico al gótico. La iglesia cuenta con cuatro altares de mármol, un hermoso púlpito y una estatua de madera de La Magdalena perteneciente a la Escuela de Bagnasco.
Ubicada en un paraje extraordinario se encuentra también la ermita de S. Biagio (chiesetta di S. Biagio), quizás la más antigua de la ciudad y fundada tras la llegada de San Pancracio a Taormina para su misión evangelizadora.
Cabe destacar el fresco del siglo XVIII de la iglesia. Podemos apreciar las cisternas para el agua del 367 a. C. y la antigua Puerta Sarracena.
¡Monte Veneretta espera a los amantes de la aventura! Se trata del pico más alto (884 m) de una escalera natural, cuyos escalones, del más bajo al más alto, están representados por los jardines Naxos, Taormina, Monte Tauro, Castelmola y Monte Veneretta. El nombre se remonta probablemente al culto de la diosa del amor venerado por los siceliotas (griegos de Sicilia). Se llega por un sendero árido que es uno de los más panorámicos de toda la costa jónica. Una vez alcanzada la cumbre, se puede contemplar perfectamente el centro urbano de Castelmola, el castillo árabe, el teatro griego de Taormina, Isola Bella y el Etna.
Esta es la rampa de lanzamiento favorita para los practicantes de parapente.
Antes de abandonar Castelmola, no podemos olvidarnos de probar las almendras congeladas con azúcar, la mostaza de higos y también los higos chumbos.