Valle de los Templos de Agrigento

El valle de los Templos es sin duda el testimonio más importante de la antigua cultura clásica en Sicilia. Comprende tanto los templos de los dioses como la zona de las necrópolis y los santuarios extramuros.

El templo de los Dioscuros, los legendarios gemelos Cástor y Pólux nacidos de la unión entre la reina de Esparta y Júpiter, se ha convertido en el símbolo de la ciudad de Agrigento aunque solo conserva cuatro columnas.

El templo de Zeus Olímpico (Júpiter) se construyó como agradecimiento al dios Zeus con motivo de la victoria de los agrigentinos sobre los cartagineses en el 480 a. C. Aquí se encuentran las «Telamoni», gigantescas estatuas con forma humana.

El templo de la Concordia, erigido también hacia el siglo V, recorre la via Sacra y es el mejor conservado. Se convirtió en un edificio sagrado en el siglo VI. El nombre Concordia deriva de una inscripción latina encontrada en las cercanías del mismo templo.

Delante del templo podemos admirar la estatua de Ícaro que donó el escultor polaco Igor Mitoraj. La estatua representa la caída de Ícaro quien, al desobedecer a su padre Dédalo y volar demasiado cerca del sol, se quemó las alas de cera y se precipitó al Mediterráneo.

El templo de Heracles (Hércules) es el más antiguo. En el interior había una estatua de bronce que representaba al propio héroe Hércules, venerado con especial atención por los habitantes de Akragas. El templo, destruido por los acontecimientos bélicos y probablemente por un terremoto, solo conserva ocho columnas de las 38 originales.

El templo de Esculapio se construyó a cierta distancia de las antiguas murallas de la ciudad como lugar de peregrinación para los enfermos que buscaban la sanación. Las paredes del templo mostraban las inscripciones de los enfermos que conseguían curarse.

La tumba de Terón, cerca de la Porta Aurea (Puerta Áurea) es un monumento imponente de piedra toba y forma piramidal. Se erigió para recordar a los caídos en la segunda guerra púnica.

El templo de Vulcano, cuyas ruinas hacen presuponer una construcción imponente, se remonta al siglo V. En los cimientos se hallaron los restos de un templo arcaico.

El templo de Juno (Hera Lacinia), situado estratégicamente en la cumbre este de la mágica colina, albergaba el culto a la diosa de la fecundidad. Su nombre, al igual que el del cercano templo de la Concordia, es casual, fruto de la interpretación errónea de una inscripción latina que lo confunde con el templo de Hera en Crotona. Los rastros del fuego todavía visibles en las paredes de la celda recuerdan el nefasto 406 a. C. en el que los cartagineses destruyeron este magnífico templo casi idéntico al de la Concordia. En las proximidades todavía se puede ver un altar para los sacrificios (al este) y un tramo de carretera surcado por las ruedas de los carros que parte de la puerta III de la ciudad.

Continúa el itinerario por el Parque Arqueológico y Paisajístico del valle de los Templos.

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