Ferla
Detalle
Ferla, en el territorio de Siracusa, está situado en un enclave natural e histórico de gran valor. Un sugerente paseo entre la arquitectura y el entorno barroco en el interior siciliano-hibleo nos conducirá al pasaje natural de la mayor necrópolis rupestre de Europa, Pantálica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO junto con la ciudad de Siracusa.
Ciudad de origen medieval construida sobre las ruinas de una necrópolis helenística, Ferla compartió el destino de las ciudades del Val di Noto, momento en el que experimentó una remodelación basada en un nuevo trazado urbano de la ciudad de origen clásico fuertemente influenciado por la reconstrucción contemporánea de Noto.
La elegante Via Sacra es una sucesión de hermosos palacios y cinco de los ocho edificios religiosos de la ciudad. El primero de ellos que encontramos en nuestro itinerario es la iglesia del Carmen (chiesa del Carmine) que combina los estilos dórico y jónico en perfecta armonía. Después, la majestuosa y espectacular iglesia de San Sebastián (chiesa di San Sebastiano), cuyo grupo escultórico de la fachada, obra del arquitecto y escultor Michelangelo di Giacomo, se considera el más representativo de la estatuaria del barroco hibleo. Un sacelio tras el altar alberga la estatua de madera de naranjo de San Sebastián mártir, patrón del pueblo hibleo, que sobrevivió milagrosamente al terremoto de 1693.
Del periodo medieval destaca el barrio de las Antiguas Cárceles (quartiere delle Carceri Vecchie), un recorrido dividido en pequeñas calles, callejones y grutas donde se respira la auténtica atmósfera del pueblo, caracterizado por las casas tradicionales con la típica iattaruala, abertura para permitir que entre y salga el gato, o el giustieddu, pequeña ventana para poder ver sin ser vistos. Estos son los detalles de la Sicilia de antaño que los antiguos barrios populares como Castelverde y Calanconi todavía conservan.
A continuación, encontramos la iglesia Madre (chiesa Madre), cuyo pórtico alberga el ejemplar más antiguo del escudo municipal, creado a partir de la unión de los escudos de armas de los marqueses Rau y de La Ferla.
Continuamos nuestro paseo por la Via Sacra: próxima parada, la iglesia de San Antonio (chiesa di Sant’Antonio), protector Ferulae, con su fachada original de un barroco disruptivo con referencias al rococó que hoy es la pieza central del centro histórico de la ciudad hiblea. El interior de la iglesia es un unicum del sureste siciliano debido a la particular planta de cruz griega.
Incorporada actualmente a la ciudad pero ubicada originalmente a «500 pasos del pueblo» como dictaba la norma de los conventos, la iglesia de Santa María estaba anexada al convento los Frailes Menores. El ábside del altar central alberga uno de los 33 crucifijos de madera del Fraile Humilde de Petraliaque data de 1633. Cuenta una anécdota que dependiendo del ángulo desde el que se observe, el rostro de Cristo parece esbozar un llanto o una sonrisa.
Aquí podemos degustar los productos típicos de la zona hiblea: aceite de oliva, aceitunas negras y verdes, quesos, setas, chorizo, salami, avellanas y almendras. También destacan los tomates secos y las conservas de hortalizas, frutas y legumbres. Entre los deliciosos postres cabe destacar tanto las cassatedde, postre relleno de ricota dulce aromatizado con canela, como las cavagnedde, dulces con forma de caballo o muñeco rellenos de masa de galleta y huevo duro. También son exquisitas las sfingi (tortitas finas, suaves y crujientes) y la pagnuccata (bolas de masa dulce y miel).